Recibí un mail muy interesante que informa sobre el Trastorno Obsesivo Compulsivo Canino y quisiera compartir la información  con ustedes, panópticos. Se trata de una neurosis en la que la persona afectada encuentra más alegría al lado de su perro que de las demás personas. Silencio. Le pasa. A mí también…por eso me pareció digno de una nota.

        Todos conocimos en la vida personas que  recogieron  perros de la calle, quiénes fueron  capaces de dedicar un día entero de la semana para trabajar en un refugio para  mascotas u otros que  le compraron el pasaje de avión al perro para irse con él de vacaciones. El negocio de las veterinarias, que proliferaron  en veinte años de una manera asombrosa, les vende collares con imitaciones de brillantes, ropa animal print, perfumes y juguetes que más de un chico no posee. La culpa, esta vez no es del perro, sino de quién le da de comer. La soledad en la que nos insume la era digital y las telecomunicaciones, el vacío existencial y las crisis del modelo familiar tradicional nos lleva a ampararnos en quienes se transforman en el hijo que no vino, la esposa que se fue o el hermanito que nunca llegó. Cuando un animal no es amado por su presencia, sino que encubre roles y suple falencias de sus dueños, entra a jugar un papel importante el TOC canino. ¿ Cuáles son los cinco tópicos a tener en cuenta para saber si uno sufre ésa dolencia tan común y silenciada?
1  –  Saludar al perro antes que a las personas;
2  –  Darles de comer alimentos mas sabrosos que el resto de la familia;
3  –  Recoger perros indiscriminadamente;
4  –  Dejar de vacacionar por no dejarlos solos;
5  –  Preferir estar con ellos a salir con los amigos.
       Amar es cuidar, pero la bondad bien entendida empieza por casa. No le  cargue al perro sus problemas, trate de resolverlos para que fluye entre ustedes un cariño verdadero.