Dalmiro Sáenz en su obra “Carta abierta a mi futura ex mujer” discursa sobre la diferencia entre compañerismo y amistad. Afirma que ser compañeros es coincidir en una inquietud, una circunstancia, un ideal, un trabajo o una vocación. En el caso de la amistad, un grado superior al compañerismo,  hay lazos más profundos que permiten no coincidir sin que por eso se desmantele la relación. En una época en la que el mundo parece girar más rápido, en el que disentir se ha vuelto más frecuente que el coincidir es natural que se tergiversen las normas que regían ciertos vínculos.

     Tengo amigos que se han vuelto gays, otros sufíes , tampoco faltan los solteros empedernidos que se han transformado en  padres y madres de familia. Otros se han mudado a  países lejanos,  han adoptado otra ciudadanía y hoy día hablan como extranjeros su propio idioma. He visto a parejas otrora inseparables que encontraron la felicidad  estando cada uno por su lado. Tengo un gran amigo que ayer era cura y de un giro inesperado pasó a ser chamán, pero en mi larga vida no conozco a nadie, ni un ser humano siquiera, que se haya cambiado de equipo de fútbol. El que nace de un equipo (debe ser kármico) parece terminar sus días siendo fiel a la camiseta. Es lo único dentro de la especie sapiens en la que no encontré  excepciones a la regla. Por cierto deben existir, pero no he tenido el gusto de conocerlos. Habrá de  ser muy valiente quién se anime a dejar de pertenecer a una tribu tan leal como la de los hinchas. Estaré atenta.  Cuando eso suceda, prometo reportarlo…