Traigo a la memoria el título del libro en el que Claude Lévi-Strauss admite detestar a los viajeros y exploradores y ahonda en las costumbres de distintos pueblos originarios de latinoamérica y observo atónita la foto del ministro Bergman vestido de pótus.
Panópticos, éste país asombra por dónde se lo mire.
Que un rabino se convierta en político es poco frecuente, pero puede suceder. No obstante, queda claro que no se puede estar en misa y en procesión al mismo tiempo. Si es ley que un funcionario público no pueda tener dos cargos, cuánto más esto debe aplicarse a quienes quieran estar en los asuntos de Dios y en el de los hombres al mismo tiempo. De hecho, muy poco se ha avanzado en asuntos de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable desde que Sergio Bergman asumió como autoridad máxima del ministerio. Hay caos ambiental en lo que respecta a los incendios en el centro del país, provincia de Buenos Aires y Patagonia, el tema de la explotación mineral horroriza , las inundaciones en Santa Fe siguen repitiéndose sin cesar y los escándalos de sueldos de privilegios a asesores del círculo chico nos dejan con la boca abierta. Pide “rezar” por los inundados. Llama “apocalípticos” los desastres naturales, los cuales , por lo visto, no piensa desafiar.
No pude evitar al ver la foto del hombre-helecho, electo y sin hechos, el recuerdo de María Julia Alsogaray vestida con el tapado de piel en la portada de la revista Noticias . “Vanidad, todo es vanidad”, dijo el rey Salomón hace miles de años atrás. Habría que pedir al rabino que reconozca que ése no es su métier y se retire a tiempo, si no quiere terminar como sus predecesoras de Medioambiente, Marijú y Romina Picolotti, en la Galería de los avergonzados .