Es tiempo de hablar de tabúes. Hay gente que sigue pensando mágicamente, creyendo que hacerse estudios médicos atrae la enfermedad. No son ignorantes ni analfabetos. Se encuentran en todas las clases sociales y en todos los países. Los hay hombres, mujeres, gays y trans. Adolescentes, mayores y ancianos. En los doce mil años de civilización escrita la idea de prevención de enfermedades se instaló recién en los últimos treinta años. No es lo mismo hacerse un papanicolau de rutina (examen que previene el cáncer de cuello de útero) a que la vea un iriólogo (médico holístico que evalúa el organismo a través de la iris). No es lo mismo un tacto de próstata a que le palmée el hombro el homeópata.

He escuchado a quienes se vanaglorian por nunca haberse hecho un estudio profundo , sea ginecológico o cardíaco. Con risas entrecortadas y mirada cabizbaja siembran su miedo alrededor como gran verdad . Es hora de animarse, de dejar de lado el temor cavernícola y enfrentarse con la verdad , que por más que pueda ser perturbadora,  sana y salva.
Ser espiritual no es estar en contra de los avances de la ciencia, de la prevención y de la tecnología. Ser espiritual es saber que el Universo nos quiere vivos para hacer aquello para lo que estamos diseñados. Aprovechemos para conocernos por dentro, con menos predicciones del horóscopo pleyadiano y más ecografías.
(la pintura es de Jorge de la Vega)