Winona era su nombre, se lo había puesto el padre porque habían acordado que si naciera nena, él lo elegiría. La madre temía que por esas influencias energéticas inexplicables resultara cleptómana, pero no fue así , a los nueve meses recien cumplidos asomó la nariz al mundo la criatura más adorable del clan .
Su nacimiento no fue fácil. Embarazo adolescente de los dos , reproches, culpa, angustia . La panza y los comentarios del vecindario crecían a la par. La abuela le pareció una solución alquilarles a la parejita un monoambiente en otro barrio y no se habló más del tema. Nació perfecta, ni grande ni chica, ni flaca ni gorda. Lo primero que hizo su madre fue contarle los dedos a ver si estaban todos y , después, le dio la teta. Hija de la pasión, aprendió a caminar, hablar, escribir y bailar antes que todos sus hermanos. Abanderada, mejor compañera, prolija, bella, novia leal. Un primor.
Una tarde de agosto supo que estaba embarazada. Tenía diecisiete y recien había ingresado a la facultad. Una lluvia de meteoritos le incendió la cabellera. Por cuestiones de época y, quizá, por lo vivido, sus padres no fueron crueles como sus abuelos. Sin desmarcar ni una línea del guión familiar, Win se dio cuenta que había perdido la inocencia. Y en el resplandor de la incipiente lucidez supo que quería ser original y no una copia.
(Ilustra obra de Simon Passini)