Siempre llevé ofrendas al mar. Desde pequeña el mucamo de la casa  dijo que yo era Filha de la Orixá del mar y con el permiso de mi madre (y horror de mi abuela católica) íbamos a la costa a celebrar el día dos de febrero, él y yo, a alcanzarle la dádiva a la Reina. Mi primer recuerdo era haber entrado al mar en los  brazos negros, gruesos y con olor a almizcle de Otavio, con flores en la mano. La ciudad más cercana era Santos, el puerto marítimo que hizo la gloria del café en el siglo XIX y XX y volvió la Dama de las Sierras en la ciudad  más loca de Latinoamérica. Flores, perfumes, anillos y collares eran dispuestos de manera ordenada sobre una barca con la imagen de la santa, mar adentro. Los perfumes se volcaban al agua, jamás vidrios ni frascos de plástico. Era una fiesta hermosa que me calcó el hábito de llevarle siempre algo al mar cuando lo visito.

Hace dos meses unos amigos recién casados querían comprar un departamento en Pinamar y se les complicaba la negociación. Yo les aconsejé ¿ por qué no le llevaban una ofrenda a la Diosa de las Aguas? Y les cantaran. A Ella le fascina que le canten. Fue una ceremonia muy emotiva, la cuál pude asistir en parte por la tecnología y , dicho y hecho, los papeles se empezaron a ordenar. El fin de semana pasado fueron a estrenarlo, aliviados, y pasó algo curioso. Luego de acomodar la ropa y hacer las compras, decidieron darse un chapuzón. Una ola revoltosa, de las que no faltan en la Costa Atlántica, puso en problemas a mi amigo, quién perdió la llave del departamento en pleno estreno .

Después de escuchar atentamente el relato , vino la pregunta obligada:

_ ¿ Le llevaron ofrendas a Yemanjá?

Se habían olvidado. Entre el festejo y la susto, pensaron ¿ pudo haberse enojado la Diosa ? La situación les hizo que escarmentaran a causa de una venganza secreta?  Evidentemente, la señal no había sido comprendida. El Alma que mora en nuestro ser jamás olvida, sabe qué debemos hacer, aunque la mente olvide. La Madre Universal entrega, brinda y gratifica. Es la Virgen de las Aguas, la Reina de los Partos y del Milagro. Jamás castiga a sus hijos. Sólo bendijo las llaves, para que haya fiesta en la Tierra y en el Mar . Al comprender lo sucedido, fueron agradecidos a devolver la gracia recibida.

El Espíritu de la Profundidad no puede vivir sin Ella. En casi todos los idiomas, la palabra madre deriva de mar. Por más que el papel de la Virgen no sea relevante en algunas religiones, los que la honramos sabemos que no es una cuestión machista del cielo, sino de los hombres que se adjudicaron todos los privilegios, ajustando “lo sagrado” a su manera.

 

(Ilustra obra de Salvador Dalí, Adolescencia)